Por E.T.
Charlando de nuestras actividades, un amigo me hace el siguiente comentario:
-¡No sé, que quieres que te diga, para mí, hacer lo que vos haces o ir todos los días al casino es lo mismo!…
Le propuse para el día siguiente una charla distendida, y me comprometí a presentarle una argumentación que avalara mi postura.
Ahora debería preparar la línea argumental de mi posición.
En primer lugar, estaba convencido de que operar, no era un juego de azar, o por lo menos, no lo mismo que jugar a la ruleta. Pero no encontraba la forma de argumentarlo.
Entonces se me ocurrió repasar mentalmente la actividad que un jugador debía realizar antes, durante y después de apostar.
Un apostador de ruleta toma el dinero, se acerca a una sala de juegos, frente a él 37 números y algunas otras variantes combinadas, decide apostar una parte de su dinero a un número y luego se aleja del paño a la espera de que se detenga la ruleta y muestre a suerte o verdad el numero seleccionado por el azar.
Si se trato del número apostado por él, salta de alegría y retira el premio por ventanilla.
Dejo fuera del análisis lo relativo a la psicología del jugador, si sigue apostando, si vuelve al día siguiente y demás apreciaciones subjetivas.
Al compararlo con la actividad del trading, descubro lo siguiente, el operador al realizar su operación, lo hace basado en un plan prefijado. Tiene en mente el precio de compra que activa su estrategia, un precio objetivo y un precio o margen, que activa su stop de pérdida.
A lo anterior, se lo completa con un registro de operaciones, y un manejo del riesgo basado en las probabilidades emanadas del estudio previo de los movimientos del precio.
Toda la estrategia es influenciada a su vez por el capital disponible para la operatoria y por la contabilidad personal de cada individuo.
Lo que distingue a una operación de otra es el plan, los registros y la capacitación.
Se asemejan en que en ambos casos el azar existe, aunque en diferentes proporciones de incidencia.
En qué actividad humana no está presente la “suerte”.
Según lo veo, en ningún acto humano conocemos todas las variables o mejor dicho aunque sean conocidas, no quiere decir que puedan evitarse… siempre se asume un riesgo. Vivir implica riesgo.
Lo que podemos hacer es valorar los daños producidos por esos riesgos e ingresarlos dentro de nuestros planes.
Llamo a mi amigo y me dice: lo pensé mejor ¿sabes?… y tienes razón, la vida es un juego, …cuando llegue a la empresa me entere que un deudor muy importante había quebrado y no podríamos cobrarle…