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Desde un paper que incluye un escenario extremo de 150 millones de muertos, pasando por guerras y conflictos mundiales y caída libre de las economías emergentes, hasta fuerte rebote cuando se supere la crisis (…)

Un estudio publicado por el National Bureau of Economic Research, la institución de investigación económica más prestigiosa de EEUU, señala la posibilidad de que la actual pandemia mundial de Covid-19 derive en un escenario extremo (“worst case scenario”) de 150 millones de muertos, 6,5 millones de ellos en los EEUU, y caídas verticales del PBI y el consumo globales.

El trabajo, encabezado por Robert Barro, profesor de la Universidad de Harvard y varias veces señalado como eventual premio Nobel de Economía, compara la pandemia de “gripe española” de 1918-1920 con la actual crisis y en base a tasas de contagio y mortalidad de entonces y ahora llega a ese escenario extremo que, dice, no se materializaría debido a que los sistemas de salud pública y los procedimientos de monitoreo y cuarentena en aplicación son mucho más avanzados que las herramientas con que se enfrentó la pandemia de hace un siglo. A su vez, reconoce, la mayor movilidad internacional actual juega en sentido opuesto. Al respecto, cabe recordar que el actual virus se difundió con la salida de millones de chinos y extranjeros desde China hacia otros países entre la fecha en que se produjo el primer caso humano hasta que, el 23 de enero, la potencia asiática hizo pública la situación e inició el más grande aislamiento de la historia de la humanidad.

El paper se basa en bases de datos históricos para 43 países que tuvieron, en la pandemia de 1918 a 1920, un total de 39 millones de muertos, 2% de la población mundial de entonces. Del mismo modo calcula –y separa analíticamente, con métodos econométricos- el impacto económico, para distinguirlo del de la inmediatamente precedente primera Guerra Mundial.

La injustamente llamada “gripe española” (porque la prensa de España, que no había participado en la guerra, fue la que más alertó sobre la enfermedad, que afectó al rey Alfonso XIII) segó 16,7 millones de vidas en la India (megapoblación hasta hoy relativamente intocada por el coronavirus, pero motivo de preocupación por sus condiciones sociales y sanitarias), 8,1 millones en China y 550.00 en los EEUU, precisa el paper. También Sudáfrica e Indonesia tuvieron tasas de mortalidad altísimas.

En cuanto a efectos económicos, la pandemia de hace un siglo significó una caída del 6% en el PBI per capita de un “país típico” (y poblacionalmente diezmado), lo que a ubica como el cuarto mayor “desastre económico” desde 1870 a la actualidad, detrás de la Segunda Guerra Mundial, la “Gran Depresión” de los años 30 y la Primera Guerra Mundial. Algunas naciones, como la India y Canadá, sufrieron recesiones superiores al 15%.

Teniendo en cuenta ese antecedente, la actual crisis correspondería a una caída del 6% del PBI y del 8% del consumo. “La posibilidad existe, no sólo de un número sin precedente de muertes, sino también de una gran contracción económica”, dice un pasaje del trabajo, que en su parte final apunta a un dilema del presente. Las mejoras en la salud pública y las medidas tomadas para mitigar la propagación hacen improbable un costo humano tan alto como hace un siglo, pero también significan un mayor costo económico, de incalculables ramificaciones. “Claramente –concluye el trabajo- hay una difícil relación entre vidas y bienes materiales, y muy poca discusión sobre cómo se debe actuar al respecto”.

Doctor Catástrofe

Más expeditivo, en un artículo publicado por Project Syndicate, Nouriel Roubini, apodado el “Doctor Catástrofe” por sus aciertos en pasadas recesiones, llega a conclusiones tremebundas a partir de indicadores recientes. Entre ellos, que la actual caída bursátil igualó en tres semanas lo que en la Depresión de los años ‘30s llevó tres años; que grandes bancos de inversión (Goldman Sachs, J.P.Morgan, Morgan Stanley) esperan que el PBI de EEUU caiga entre 24 y 30% en el segundo trimestre, y que el propio secretario del Tesoro, Steve Mnuchin advirtió que el desempleo, hoy en bajos históricos, podría superar el 20%.

Desafío ético

Menos apocalíptico y más moralista es Martin Wolf, histórico columnista del Financial Times, que define al virus como un “desafío ético” a la humanidad. La pandemia pasará, dice, pero el modo en que la enfrentemos dará forma el mundo por venir. Al respecto, cita dos elecciones decisivas: la primera, entre una estrategia de “supresión” (cuarentenas capaces de destrozar la economía) o de “mitigación” (medidas tentativas, alternadas, capaces de abrumar y hacer colapsar los sistemas sanitarios); la segunda, entre cooperación global o soluciones “nacionales”.

Wolf remarca el altísimo costo que enfrentan los países “emergentes” con un dato del FMI: los inversores ya han retirado de allí USD 83.000 millones. Eso, dice, sumado a la caída del precio de los commodities y el debilitamiento de la demanda interna, harían imposible manejar la situación. La brecha de financiamiento, prosigue, excede la capacidad prestable del FMI y expone a los países menos desarrollados al riesgo de un colapso económico, riesgo que también acecha a la eurozona.

Schmieding, como Pangloss

La visión más optimista es la de Holger Schmieding, ex profesor del Instituto Kiel de Economía Mundial y actual economista jefe del londinense Berenberg Bank. En un artículo en la publicación digital The Globalist, Schmieding pronostica que el mundo recuperará el actual PBI global en menos de dos años una vez pasado el punto más bajo (aún indeterminado) del “coronacrash”.

Al menos hasta mayo, dice, la economía se seguirá contrayendo, siguiendo la curva de infecciones, que en tres días aumentó 61% en Europa y 185 % en EEUU. Pero Schmieding señala que a diferencia de otras crisis, en esta los países centrales no están dudando en ignorar las reglas fiscales y monetarias.

“Esta respuesta política sin precedentes prevendrá una crisis financiera que de otro modo exacerbaría la recesión mientras el mundo afronta la emergencia sanitaria”, dice. Esto aumentará lo que es ya una gran carga de deuda pero en contrapartida las tasas de interés “post-corona” seguirán siendo muy bajas por muchos años, lo que ayudará a sobrellevar la situación.

Por eso, concluye Schmieding, aunque a corto plazo los riesgos de predicción sean todos hacia abajo, cada fábrica, máquina o trabajador que ahora “se apaga” significará también un rebote muy rápido cuando se vuelva a encender.

Fuente: infobae.com