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Dos conferencias casi seguidas del banquero central han marcado el tono en la operativa de la ‘moneda única’ que sucumbió el lunes ante el dólar, después de que el italiano señalara que no habrá retirada de los estímulos en el corto plazo.

Durante otra conferencia en Portugal, este martes, el banquero central ha vuelto a dejar claro que «grandes dosis de estímulo» son todavía necesarias para apuntalar la recuperación en la Eurozona, pero su buen ánimo al alabar la «el fuerte avance económico de todos los países del euro» ha devuelto las compras a la divisa comunitaria, que se ha disparado a máximos de una semana en los 1,1250 dólares.

Es decir, el banquero italiano ha hecho coincidir su habitual defensa de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) con las características del mercado laboral que impiden que la recuperación del crecimiento económico de la Eurozona se traslade a una mayor presión sobre los precios.

El presidente de la autoridad monetaria de la Zona Euro recuerda que durante muchos años después de la crisis financiera «el rendimiento económico fue mediocre en las economías avanzadas». Sin embargo, ahora «la recuperación global es firme y más ancha», añade. Y gran parte de esta mejoría se debe a la política diseñada y ejecutada desde Fráncfort en los últimos años. «El papel de la política monetaria en esta historia de crecimiento es clara», asegura Draghi en su participación en el Foro del BCE sobre banca central en Sintra (Portugal).

El economista señala que para entender la dinámica de la inflación hay que dividir el proceso en dos partes. En primer lugar, señala al efecto de la política monetaria sobre la demanda agregada. Y, posteriormente, al impacto de la demanda agregada sobre la inflación. La primera condición, a su juicio, ha funcionado. Tanto con la política de ‘dinero gratis’ como con la compra masiva de bonos (ahora, 60.000 millones mensuales). «Hemos disfrutado de 16 trimestres consecutivos de crecimiento (….). Alrededor de 6,4 millones de puestos de trabajo se han creado en la Eurozona desde el inicio de la recuperación», puntualiza.

Los estímulos del BCE, prosigue Draghi en la histórica ciudad de Sintra, «han presionado a la baja los costes de financiación». Esto ha provocado «un fuerte repunte de la demanda de crédito al consumo», ha contribuido a fortalecer la demanda y la caída del coste de endeudamiento ha rebajado la factura para los agentes económicos más apalancados. Indicios de que «la recuperación puede ser cada vez más sostenible», apunta el máximo responsable de la política monetaria de la Eurozona.

Pero falta que se fortalezca la segunda condición para que el BCE se aproxime a su objetivo, que en esencia es llevar los precios cerca pero por debajo del 2% a medio plazo. La tasa de inflación ha vuelto a caer en cuanto se han evaporado los efectos de la comparativa interanual que provocó el petróleo a principios de año sobre esta variable. «Para que el proceso de transmisión monetaria funcione, un mayor crecimiento y empleo debe traducirse en una mayor utilización de la capacidad (de la economía). La escasez de factores de producción presionarán al alza los salarios y los precios. Y esto es lo que vemos», arguye el banquero.

 

Es decir, apunta a la retirada futura de los estímulos. De hecho, menciona la tasa Nairu, que hace referencia a una tasa de paro a partir de la cuál el empleo presiona al alza los salarios y, como derivada, los precios. «La brecha del desempleo y la tasa Nairu se está reduciendo y la Comisión Europea prevé que se cierre en los dos próximos años», señala. Mientras, la política monetaria es la que tirará del crecimiento de los precios, con 1,7 puntos porcentuales acumulados entre 2016 y 2019, estima el presidente del BCE.

La transmisión de la creciente demanda al aumento de la inflación «ha sido más moderada que en el pasado». En este sentido, cree que hay tres factores que lo explican. Por un lado, choques externos temporales a los precios, como las dinámicas del petróleo y otras materias primas. En segundo lugar, culpa al tamaño de la brecha de la producción. Es decir, habla de la holgura económica, o de cómo la crisis ha elevado la diferencia entre el crecimiento del PIB y su potencial.

En tercer y último lugar, Draghi señala al mercado laboral. El banquero recuerda un estudio publicado por el BCE en el que estima que el nivel agregado de desempleo, trabajadores desanimados y empleos parciales alcanza el 18% de la población activa -una medida de subempleo conocida como U6 en el ámbito académico-. «Los modelos de la curva de Phillips -relaciona desempleo con inflación- parecen tener más éxito en la predicción de la inflación», arguye el economista italiano al justificar el uso de esta variable en su explicación. El problema, además, es que la baja inflación y el crecimiento escueto de los salarios se retroalimentan. Y esto ha sucedido entre 2014 y 2016, con un incremento del 0,25% de la remuneración de los asalariados.

Pese a lo anterior, Draghi reitera su «confianza en que la política monetaria es efectiva y el proceso de transmisión funcionará». Todas las señales, agrega, «apuntan ahora a un fortalecimiento y la ampliación de la recuperación de la Eurozona». No obstante, «para que estemos seguros sobre el retorno de la inflación a nuestro objetivo, necesitamos la persistencia en nuestra política monetaria». Por último, también reclama «prudencia». «A medida que la economía se recupere tendremos que ajustar gradualmente nuestros parámetros de la política monetaria, al fin de asegurar que nuestro estímulo acompañe a la recuperación en medio de las incertidumbres«, concluye.

 

Fuente: bolsamania.com