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Muchos miembros de la institución creen que no hay necesidad de actuar más a corto plazo, incluso aunque las expectativas de inflación sigan hundiéndose y muchos inversores apuesten por una política todavía más expansiva.

Así lo apunta la agencia Reuters tras conversaciones con cinco fuentes diferentes en el banco, cuya próxima reunión se celebrará el jueves 21 de enero y en la que no se esperan grandes decisiones. Lo más relevante será la presentación de las previsiones de crecimiento e inflación para 2018 del próximo 10 de marzo.

  • «Todos esperamos que lo que hemos hecho sea suficiente», asegura un gobernador de un banco central, y por lo tanto miembro del Consejo de Gobierno. «Dada la volatilidad del petróleo, incluso si las previsiones para 2018 quedan por debajo del objetivo no tendríamos que actuar».

  • «El BCE ha hecho su trabajo, creado el espacio con una acomodación excepcional. Ahora es el momento de que otros hagan lo suyo: política fiscal, inversión en infraestructura, reformas estructurales», añade este banquero central que pidió el anonimato.

El presidente Mario Draghi decepcionó a los mercados en diciembre al anunciar unas medidas menores de lo esperado, dejando a algunos inversores la esperanza de que pudiera tomar más medidas en marzo con la llegada de nuevas previsiones. Estos inversores anticipan que la presión para actuar crecerá con el deterioro de las previsiones de inflación, con el BCE muy lejos de alcanzar un crecimiento de los precios cercano al 2%, algo que lleva sin conseguir los últimos tres años.

Solo la caída del 20% de los precios del petróleo desde la reunión de diciembre es suficiente para arruinar las previsiones, con el añadido de incertidumbre que viene de China. Sin embargo, las fuentes del BCE mantienen la prudencia sobre la posibilidad de tomar más medidas, incluso si eso significa hacer caso omiso al impacto del petróleo en los precios.

 

El BCE no quiere decepcionar otra vez

Incluso aunque algunos creen que en algún momento serán necesarias más medidas, parecen inclinados a enfriar las expectativas del mercado y evitar así otra decepción como la de diciembre, cuando los mercados reaccionaron bruscamente a las medidas del BCE.

  • «Creo que está claro que el BCE tendrá que hacer más. Pero va a depender del impacto de las medidas que ya se han tomado y no va a ser muy pronto», añade otro miembro del consejo de Gobierno del BCE que tradicionalmente ha sido más proclive a actuar, una de las palomas, como se dice en el argot.
  • «La política monetaria no es creíble si la cambias cada mes. Creo que en marzo simplemente empezaremos a hablar sobre qué medidas y cuándo serán necesarias», añade esta fuente, que también dirige otro de los bancos centrales de la Eurozona.

El mes pasado, el BCE recortó la tasa depósito más todavía y extendió su programa de compra de activos en seis meses más con la esperanza de que esta impresión de dinero anime el crédito, la actividad económica y la inflación. El vicepresidente Vitor Constancio, que hasta ahora se había mostrado partidario de más medidas, ha dicho recientemente que preferiría que no hubiera cambios «en un futuro próximo».

 

El dilema y el petróleo

Draghi se enfrenta a un dilema: mientras que el crecimiento económico mejora y el empleo y el crédito aumentan, las expectativas de inflación siguen deteriorándose. Vitas Vailiakas, gobernador del banco central de Lituania, apuntó que el petróleo barato tiene beneficios, por lo que el BCE debería centrarse en la inflación subyacente, que elimina los volátiles precios de los alimentos y la energía.

Sus palabras pueden interpretarse como una petición al BCE de que no actúe, ya que esta inflación subyacente se ha comportado relativamente bien. «El bajo precio del petróleo ayuda a la economía real. Creo que la política monetaria debería centrarse en la subyacente».

El BCE ha pasado por alto los cambios en el precio del petróleo en otras ocasiones con el argumento de que no podía contrarrestar un shock de ese estilo, aunque el impacto sí que se tiene en cuenta para las previsiones a largo plazo. De hecho, éstas siguen cayendo con fuerza mientras la confianza en la capacidad del banco sigue desvaneciéndose.

Si esto continúa, la fe en Draghi para revivir la economía también podría disminuir, lo que incrementaría la presión para actuar. La deflación, uno de los grandes temores del BCE, puede atrapar a una economía en la recesión si el consumo se pospone a la espera de precios más bajos. De entrar en una espiral de este tipo, las compañías podrían empezar a verse estranguladas, y es muy complicado salir de ella una vez dentro.

De hecho, la reticencia del BCE ha tomar más medidas puede implicar que la decepción del mercado en diciembre no sea la última a pesar de los esfuerzos del banco para atemperar las expectativas.

 

Fuente: eleconomista.es