La opacidad del Gobierno de May alimenta la incertidumbre entre empresarios y banqueros que ultiman sus planes de contingencia
- La volatilidad en la libra se dispara y la divisa revisita los mínimos de más de 30 años contra el dólar
- La City se prepara para un escenario en el que el país se quede sin acceso al mercado único y tenga que trasladar su negocio a la Europa continental
Tic, tac: el reloj que marca el compás de la salida de Reino Unido de la Unión Europa (UE) sigue avanzando mientras los protagonistas de las futuras negociaciones continúan con su cruce de declaraciones antes de que se active el Árticulo 50 del Tratado de Lisboa. A poco más de dos meses para que llegue la fecha marcada en rojo en el calendario de los todavía ‘Veintiocho’, el Brexit se ha acabado resumiendo en una cuestión tan sencilla como si los británicos dispondrán de algún tipo de acceso a la UE.
Los recientes comentarios de la primera ministra británica, Theresa May, sobre que el país no está dispuesto a mantener “pedacitos de pertenencia al mercado único” han supuesto una bofetada de realidad para mercados, políticos y empresas que se enfrentan al inevitable divorcio.
El mayor problema que encierra la caja de Pandora que la ‘premier’ británica sigue pretendiendo destapar antes de finales de marzo es la opacidad absoluta del Gobierno británico, señalan las fuentes consultadas. La falta de transparencia por parte del Gabinete de May en torno a cómo se planea hacer efectiva la ruptura con el resto de veintisiete estados miembros de la UE está echando un pulso a empresarios y banqueros de la City, que están pisando el acelerador para tener listos sus planes de contingencia antes de finales de febrero. Según una reciente nota de Commerzbank enviada a inversores, los principales ‘lobbies’ banqueros temen “un desastre” de Brexit si el país fracasa en el despliegue de una estrategia concreta y convincente de salida.
La nula claridad de May, quien supuestamente desvelará sus planes en breve ha provocado todo tipo de especulaciones y en los mercados se ha llegado a fantasear con la idea de que la salida no llegaría nunca. Este deseo tiene una variable que es la favorita de los grupos de presión empresariales y financieros, especialmente de la City: que las negociaciones se eternicen y el Brexit se retrase ‘sine die’.
Políticos de uno y otro lado del Canal de la Mancha han alimentado estas expectativas, pero para que los detractores de los ‘brexiters’ tengan alguna posibilidad, la última palabra debería tenerla el Parlamento británico. La cuestión de si los parlamentarios deben decidir sobre los planes de May ha llegado a la Justicia británica y el Tribunal Supremo debe dictar sentencia antes de finales de enero. May ya forzó una votación en la Cámara de los Comunes el pasado mes de diciembre, en la que se decidió a favor de activar el Artículo 50, pero era no vinculante, con lo que los mercados aún esperan la decisión de los tribunales.
Pero si algo queda claro en medio de toda la incertidumbre es que el país impondrá algún tipo de restricción a la entrada de inmigrantes. Un hecho que contraviene el principio de libre circulación de personas, servicios, capitales y mercancías por el que se rige la UE y que condenará al país a “quedarse irremediablemente fuera del mercado único”, aseguran expertos de Société Genérale.
LA LIBRA VUELVE A ABSORBER EL GOLPE
De hecho, May ha insistido, en recientes declaraciones a la cadena Sky News, que se primará el control de las fronteras sobre el acceso al mercado único y se ha desatado el pánico otra vez en torno al llamado ‘hard Brexit’. La libra, que ha sido el mejor barómetro con el que han contado los mercados para tomar el pulso a los acontecimientos desde el pasado 23 de junio, ha vuelto a reaccionar con violencia a los comentarios de la ‘premier’.
Buenas muestras de este comportamiento se han dejado notar esta semana. La divisa británica cayó presa de masivas ventas y los cortos -o bajistas- han conducido al cable -como se conoce al cruce libra/dólar en la jerga del mercado- a revisitar los mínimos de 30 años -sin tener en cuenta el ‘flash-crash’ del mes de octubre-. El par ha caído hasta casi rozar los 1,20 dólares y en su cruce con el euro ha recalado cerca de las 0,8750 libras. Desde que los británicos decidieron ‘volar solos’ el pasado 23 de junio, la moneda se ha depreciado un 19% frente al dólar y un 12% contra el euro.
Además del reciente desempeño de la moneda, los expertos de la entidad holandesa sustentan su opinión en su fluctuación durante noviembre y diciembre, cuando encontró apoyo en las declaraciones del gobernador del Banco de Inglaterra y el ministro de Economía de Reino Unido y se disparó hasta máximos más allá de los 1,2750 dólares.
Mark Carney se sumó abiertamente a la petición de varios grupos de presión empresariales que no han dejado de reivindicar un período de transición mayor al de los dos años iniciales que se estiman para que se fijen todos los detalles del abandono del mercado único. Por otra parte, Philip Hammond ofreció un espaldarazo a la vía ‘suave’ al señalar que numerosos políticos, tanto de Reino Unido como de la UE, están a favor de abrir un período de transición. Sin embargo los más fieros ‘brexiters’ temen que esta vía pueda acabar en un divorcio a medias.
Por el momento, eso sí, depreciación de la libra está arrojando otro efecto destacado: la subida de las cotizaciones. El Footsie 100 acumula una secuencia alcista sin precedentes, con 14 subidas consecutivas, y ha escalado hasta los niveles más altos de siempre, por encima de los 7.300 puntos.
LA CITY PRESIONA PARA QUE HAYA UN ‘SOFT BREXIT’
Por este motivo, el Brexit sigue siendo a estas alturas una ‘caja negra’ tanto desde el punto de vista político como económico y “las partes implicadas esperan lo peor”, aseguran analistas de Goldman Sachs. Este “peor escenario posible” para el que se están preparando empresas con intereses internacionales, y muy especialmente el sector financiero del país, es el temido ‘hard Brexit’. Según explican analistas de Citi, el riesgo de que el país acabe cayendo por el precipicio en 2019 si no se pueden alcanzar “acuerdos para que haya una transición” es demasiado elevado y, además, para cuando las entidades bancarias se enteraran de cómo se dibuja su futuro “podría ser demasiado tarde” para las importantes decisiones que deben afrontar. Por ello, toman la peor salida posible para sus planes de contingencia.
El grueso de las negociaciones que conciernen al sector bancario, que representa cerca del 12% del Producto Interior Bruto del país, según cifras del ‘lobby’ financiero TheCityUK, se basa en los ‘derechos de pasaporte’ de las empresas que prestan servicios financieros fuera de Reino Unido a clientes europeos y les permite establecer sucursales en la Europa continental. Expertos en derecho internacional consultados aseguran que “la única manera en que las entidades británicas pueden mantener estos derechos es que el país permanezca en el Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo al que pertenecen países como Noruega, Islandia y Liechtenstein”. Sin embargo, esta posibilidad choca, una vez más con la negativa de los ‘brexiters’ de mantener la libre circulación de personas, uno de los requisitos que deben firmar los países que se integran en este grupo.
PRÓXIMOS PASOS
La autoridad local del distrito financiero de la capital británica, la City of London Corporation, ha instado a May a que empiece “cuanto antes a cerrar acuerdos que permitan una transición” con el objetivo de calmar a un sector que está aplazando inversiones en medio de la preocupación por el futuro de sus negocios.
La gran duda de los gigantes de la industria, como Barclays, HSBC, Lloyds Bank o RBS, es si deben ya mover ficha y comenzar a recolocar gran parte de sus negocios en los países de la UE. Los rumores de éxodo han corrido como la pólvora y entidades como Lloyds están ya considerando crear nuevas sedes en sus oficinas de Fráncfort o Amsterdam, para mantener su acceso al mercado único, según fuentes interbancarias.
Estas dos ciudades, junto a París, están entre los destinos favoritos de las compañías británicas. Sin embargo, la Asociación Española de Banca (AEB) destaca que “España está en una magnífica situación para captar una parte de la industria financiera situada en la City, si finalmente se produce ese éxodo bancario como consecuencia del Brexit. Madrid, en concreto, es una ciudad que cuenta con las infraestructuras precisas para acoger a este tipo de empresas”. Hacen hincapié también desde la AEB en que «el país posee una industria bancaria muy desarrollada, unas autoridades financieras expertas y un mercado de alquiler de oficinas con precios moderados y posibilidades de expansión”. “A esto se suma, la intención del Gobierno español y regional de facilitar, desde un punto fiscal y administrativo, el establecimiento de las empresas financieras proveniente de las City londinense”, concluyen desde la Asociación.
Sea cual sea el país que se quede con el pastel, las cifras que se manejan son muy jugosas: sin ir más lejos, antes de la votación en el referéndum del Brexit, HSBC advirtió de que si el resultado era favorable al abandono de la UE debería trasladar al menos un millar de empleados a su sucursal en París. El banco estadounidense JP Morgan también avisó de que 4.000 de sus 19.000 empleados en el país deberían ser reubicados. Pero la situación puede acabar por adoptar tintes dramáticos, según la City of London Corporation, quien ha presentado un reciente informe -a cargo de la firma PwC- que calcula que el empleo en el sector financiero británico puede reducirse en 100.000 puestos de trabajo en los próximos tres años. Una mordida considerable a los 2,2 millones de empleados con los que cuenta la City, según datos de la misma entidad.
Citi espera una buena resolución para la banca y cree que “se renegociarán los acuerdos transfronterizos en paralelo a la ventana de dos años de conversaciones que esperan por delante”. En el corto plazo, los analistas de la firma de inversión de EEUU creen que se adoptará algún tipo de equivalencia al actual ‘pasaporte bancario’ que permita a los gigantes británicos mantener su actual situación. “En el largo plazo, esperamos que se haga un ‘traje a medida’ para que los bancos de Reino Unido puedan acceder al mercado único”, aseguran.
Pero, de momento, no hay nada claro en ninguno de los frentes: ni en el económico ni en el político ni en el empresarial. Los británicos y europeos esperan que May desvele sus planes en una conferencia que debe ofrecer el próximo 17 de enero, cuando faltarán dos meses escasos para que se acabe la cuenta atrás y el reloj de Brexit empiece a avanzar.
Por: Noemí Jansana
Fuente: bolsamania.com