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Jean-Claude Juncker tomó las riendas de la Comisión Europea a finales de 2014 en tiempos de austeridad, y de una política fiscal más centrada en la estabilidad que en el crecimiento. Por eso, la inversión se coló como la más urgente de las tareas. En el ecuador de su mandato, los números parece que bendicen el plan que tejió para relanzar el gasto privado en la UE, y así el anémico crecimiento que Europa padecía.

El Banco Europeo de Inversiones publicó ayer una estimación del impacto del conocido como plan Juncker. Según la institución, el plan contribuyó al PIB europeo con un 0,7% al PIB en 2015 y 2016 hasta sumar un 2,3% en estos años. Según sus cálculos, los proyectos de inversión en sectores como el energético o las infraestructuras digitales, o el apoyo a miles de pymes, servirá para crear unos 700.000 puestos de trabajo directos.

Más aún, según Debora Revoltella, la directora de Economía del banco, «el plan ha puesto en marcha la economía, y este movimiento es sostenible». Para 2036, el BEI calcula que el plan todavía añadirá al crecimiento europeo un 0,4% y 340.000 puestos de trabajo.

Ampliación del proyecto

Además del Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas, el nombre dado al paquete de garantías a cargo del presupuesto europeo utilizado como cebo, el plan Juncker también incluyó un portal online para ofrecer proyectos atractivos para inversores. Hasta ahora, las operaciones apoyadas por este nuevo fondo han conseguido movilizar un total de 236.000 millones de euros en todos los Estados miembros de la UE. La Comisión Europea estimó al lanzar el programa que, durante sus tres años de funcionamiento, sería capaz de movilizar unos 315.000 millones de euros utilizando como garantías 16.000 millones de euros de las arcas comunitarias.

El pasado diciembre, los Estados miembros y el Parlamento Europeo decidieron ampliar el plan hasta 2020, añadiendo 10.000 millones más en garantías. España, que también contribuye al plan con fondos del ICO, ha sido uno de los países que más se ha beneficiado del programa.

Fuente: eleconomista.es