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Apenas cuatro meses después de incorporarse al Banco Central Europeo (BCE) como presidenta del organismo, la francesa Christine Lagarde se ha visto obligada a enfrentarse a uno de los retos más importantes que nunca ha tenido en frente la institución en los poco más de dos décadas de historia que acumula. El coronavirus, que en enero se minimizaba como un pequeño problema sanitario que había surgido en la lejana China, ha crecido hasta convertirse ahora en un armagedón que amenaza con generar una crisis que, al menos en Europa, ya tiene visos de llevarse por delante a la economía de un modo similar a como ocurrió en 2008.

Esta es ya una posibilidad real a ojos de Lagarde y ella se está encargando de dejárselo muy claro a los políticos europeos, a quienes el organismo lleva años pidiendo que contribuyan a sus medidas con reformas estructurales, mientras la mayoría de gobiernos han hecho oídos sordos a los constantes llamamientos por parte de Mario Draghi, en un principio, y de Lagarde, en estos últimos cuatro meses. Según Bloomberg, la presidenta del BCE, en conversaciones con los líderes de la Unión Europea en una conferencia telefónica que tuvo lugar el miércoles, les urgió a actuar con rapidez, destacando la necesidad de que se tomen medidas de forma coordinada para combatir el impacto económico de la enfermedad, o Europa se verá abocada a «un escenario que a muchos les va a recordar a la gran crisis financiera de 2008». Si se hace, Lagarde considera «probable» que el impacto sea temporal.

La presidenta del BCE hizo este llamamiento un día antes de la reunión oficial del organismo, en la que deberá decidir qué medidas adopta la institución. Igual que Draghi se vio obligado, pocos meses después de arrancar su mandato como tercer presidente del BCE, a enfrentarse al que sin duda fue el mayor reto de su carrera como banquero central, parece que Lagarde, la primera mujer al frente del organismo, está viéndose obligada a seguir los pasos del italiano, y el encuentro de este jueves apunta a que será capital en la historia de la política monetaria y también en la economía de la zona euro. Para ella, desde luego, es el momento de demostrar si los europeos echarán de menos a Draghi durante los próximos años, o si por el contrario el relevo ha sido un acierto y la institución está en unas manos tan competentes como las del italiano, que demostró ser uno de los líderes más carsimáticos e importantes en la historia de la región, cuando pronunció su famosa frase «haré lo que sea necesario para salvar al euro y créanme, será suficiente», y sólo con ello consiguió calmar a unos mercados de deuda que estaban desbocados en Europa, con miedo a incluso una desintegración de la moneda común.

Liquidez y tipos

El problema con el que tiene que lidiar Lagarde es que, a diferencia de Draghi, que heredó un BCE con tipos de interés establecidos por su predecesor, Jean Claude Trichet, en el 1,5%, ella se los ha encontrado en el 0% en el caso de los tipos de referencia, y del -0,5% en la facilidad de depósito (el precio al que elBCE le cobra a los bancos por dejar su dinero aparcado en la institución). Esto apenas deja espacio a Lagarde para que una bajada de tipos sirva para estimular en gran medida la economía, aunque una nuevo recorte, como se espera que haga el viernes, sí pueda ayudar en cierto modo a apoyar a las empresas de la zona euro, amenazadas por el parón del consumo que está generando la enfermedad y, sobre todo, para evitar una mayor apreciación del euro que está teniendo lugar en el peor momento para la economía de la región.

Fuente: eleconomista.es