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Por E. T.

Un colega me comenta al cruzarnos en una conferencia

-¡que mala prensa tiene nuestra profesión!

-¿a que se debe tu enojo?

– A que me molesta mucho, que nos llamen despectivamente especuladores…

 A partir de ese momento, comenzó a perseguirme su comentario, un semáforo, una sala de espera o la ducha, eran los sitios elegidos por mi mente, para comenzar la reflexión.

Me daba vueltas el término, me imaginaba un hombre mayor, encorvado, nariz aguileña, ropas negras, dedos largos, ojos vidriosos y sonrisa sádica.

Me miraba en el espejo empañado de la ducha y veía un tipo común, un poco avejentado, pero sin semejanzas aparentes, con el personaje que mi mente se obstinaba en representar.

Sin embargo, en esencia, es innegable que me dedico a especular…Chan!…

 ¿Y entonces?, ¿me debía avergonzar de mi profesión?

 Para nada, debía haber una explicación para tal aparente contradicción.

 Fue allí, cuando haciendo la cola en la caja del mercado, se me ocurrió lo siguiente. Todos especulamos, quien compra un bien esperando que su precio suba en el futuro, está especulando aunque no desee venderlo, sino solo consumirlo.

Quien adelanta la compra de un producto porque ese día se lo ofrece en oferta, está realizando una conducta especulativa.

Más lejos aún, quien estudia una carrera con el fin de aumentar en el futuro sus ingresos, actúa en forma especulativa.

Especular es apropiarse de algo, con la esperanza de que en un futuro, valga más que lo que le costó obtenerlo y mantenerlo, durante ese tiempo.

Sea que se trate, de un costo en dinero, o en esfuerzo personal, y hablemos de un retorno monetario o anímico

Se nos podrá decir que quien vende agua en los límites del desierto a los sedientos caminantes, es un especulador, claro que lo es, pero también es una persona de dudosa ética, al aprovecharse de una situación de necesidad extrema.

En el mismo sentido, un maestro que enseña a escribir a nuestros hijos comparte la actividad de la enseñanza, con aquel que se encarga de formar pequeños delincuentes, sin embargo son situaciones totalmente diferentes.

Como operadores especulamos con que el precio se moverá en la dirección que nos permita lograr una diferencia a nuestro favor, no aprovechamos una situación límite de nuestra contraparte, ni siquiera provocamos el movimiento, no comerciamos con bienes prohibidos ni reñidos con la ética.

Somos simples comerciantes de productos (financieros) en busca de una utilidad.

 

…La cajera me mira con gesto de fastidio, debo dejar de especular…filosóficamente hablando claro.