La próxima reunión de jefes de Estado del Grupo de los Siete (G7) estará marcada por las rencillas entre los países más industrializados del planeta. Si el primer ministro nipón, Shinzo Abe, abogaba ayer en un editorial por una política fiscal flexible como receta a estimular el alicaído crecimiento económico, otros países, como Reino Unido y Alemania se resistieron ya durante la reunión de ministros de Economía y Finanzas a respaldar esta clase de políticas.
Un encuentro precedido por un momento de atonía en la actividad económica mundial, donde no se registra un momento de crisis pero tampoco un avance que garantice la corrección de ciertos desequilibrios, como la baja demanda, el elevado desempleo o el estancamiento de los precios. «La incertidumbre crece. Vamos a (debatir) los riesgos a la baja para la economía global», aseguraron ayer fuentes cercanas al encuentro a la agencia Reuters.
Sin embargo, durante el encuentro del pasado fin de semana, los responsables de economía de EEUU, Canada, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia no concretaron ningún tipo de medida colectiva y optaron por mantener una hoja de ruta basada en las condiciones económicas de cada uno de los países. Aún así, Abe incidió ayer en Wall Street Journal que el encuentro que tendrá lugar el 26 y 27 de mayo en Ise-Shima, «se centrará en revitalizar la economía global, en busca de aunar y cooperar políticas monetarias, acelerar reformas estructurales y flexibilizar políticas fiscales».
Una declaración de intenciones que se enfrenta a la falta de apoyo germana en materia fiscal y que también se verá empañada por el malestar expresado por Jack Lew, secretario del Tesoro de EEUU, a su homólogo nipón, Taro Aso, sobre la posible intervención del yen, cuya reciente revalorización ha entorpecido los estímulos monetarios en Japón. De hecho, según las fuentes consultadas por Reuters, los líderes del G7 probablemente reafirmarán su compromiso previo de estabilidad en el mercado de divisas.
Fuente: eleconomista.es