Las perspectivas del Banco de Japón (BoJ) chocan contra la realidad que ven las empresas japonesas. El organismo busca cumplir su objetivo de inflación al 2% durante el próximo ejercicio fiscal, aunque las empresas del país no ven esta cifra posible ni siquiera dentro de cinco años. Para 2021, esperan que la inflación se quede en el 1,1%, la estimación más baja desde que se consulta a las empresas japonesas. En tres años, las previsiones empresariales son del 1,1% y del 0,7% en un año frente al 2% que quiere conseguir el BoJ.
Las perspectivas de precios que manejan las compañías no acompañan las previsiones del Banco de Japón para alcanzar el objetivo de inflación en marzo de 2018. Según Bloomberg, la inflación japonesa ha caído hasta los niveles en los que se encontraba en 2013, cuando el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, inició su programa de estímulos. De hecho, según el informe sobre precios publicado la semana pasada, los precios al consumidor cayeron un 0,4% en el mes de mayo, el nivel más bajo desde abril de 2013.
La apreciación del yen está pasando factura a los beneficios de las compañías japonesas (sobre todo las exportadoras), al mismo tiempo que crea presiones deflacionarias al reducir los costes de los bienes importados. Sin inflación y con un impulso a los ingresos, se espera que el crecimiento de los salarios continúe siendo muy escaso, entrando así en una espiral continua de la que Japón no consigue salir.
Ante este panorama, los expertos auguran que habrá nuevos estímulos en la próxima reunión del Banco de Japón del 28 y 29 de julio, cuando la entidad actualice su pronóstico de inflación.
Fuente: dirigentesdigital.com