A comienzos de año era difícil presagiar que la renta fija iba a cosechar más rentabilidades. Y más aún que éstas serían mayores que las de la bolsa. No obstante, el soporte de las compras del Banco Central Europeo (BCE), unido a la elevada volatilidad que se ha producido en el mercado de renta variable tras el Brexit, han provocado una avalancha hacia el mercado de deuda. Con todo, la rentabilidad del bono estadounidense a una década, el T-Note, se ha desplomado desde el 2,26% de enero hasta el 1,57% actual.
Sin embargo, si se tiene en cuenta que la inflación subyacente, que no incluye el impacto de la energía ni de los alimentos, se sitúa en el 2,3%, la rentabilidad real del papel americano a 10 años se encuentra ahora en el -0,73%. Esto significa que el inversor está perdiendo poder adquisitivo.
De hecho, con la resaca dejada por la Reserva Federal y su rebaja en la proyección para los tipos de interés para los próximos dos años, esta misma semana Morgan Stanley vaticinaba que el rendimiento del T-Note americano podría desplomarse hasta el 1% durante el primer trimestre de 2017, cuando el mercado descuenta que llegará la siguiente subida de los tipos de interés al otro lado del Atlántico.
«Esperamos que el crecimiento sea mucho más débil de lo que prevé el consenso durante los próximos 12 meses», justifican. De ser ciertas estas previsiones, provocaría ganancias desde el nivel actual del 5,3% en el bolsillo de los ahorradores (ya que una bajada de la rentabilidad está provocada por un aumento de su precio).
Fuente: eleconomista.es