El caos en los mercados y caos del mercado y el fortalecimiento del dólar tras la decisión británica de abandonar la Unión Europea hacen cada vez más probable que la Reserva Federal retrase los planes para elevar las tasas de interés de corto plazo.
Hace sólo unas semanas los funcionarios del banco central estadounidense se encaminaban a tomar una decisión en su reunión de políticas del 26 y 27 de julio. Eso parece ahora muy poco probable, del mismo modo que un movimiento en las tasas en reuniones posteriores también se vuelve menos probable, al menos hasta que se vuelve más claro cómo los acontecimientos en Europa afectarán las perspectivas económicas Estados Unidos.
El desarrollo más importante desde la perspectiva de la Fed es la drástica apreciación del dólar, que subió 3% frente a una amplia cesta de monedas, antes de retroceder tras la apertura de los mercados en EE.UU.
El fortalecimiento del dólar actúa de hecho como una política de ajuste para EE.UU. al perjudicar sus exportaciones y ejercer una presión a la baja sobre los precios de importación. Las caídas de la bolsa y el riesgo de una fuga global de capitales desde los activos de riesgo acentúan la tensión.
“Una continua apreciación del dólar podría ser el canal más grave de contagio a los mercados globales”, dijo en una nota a sus clientes Roberto Perli, analista de Cornerstone Macro, una firma de investigación de políticas.
Entre otros efectos, señaló, una moneda estadounidense más fuerte ejerce presión sobre las autoridades chinas para permitir que el yuan se debilite. La debilidad del yuan por sí mismas ha sido en el pasado una fuente de volatilidad del mercado que llevó a la Fed a retrasar aumentos de tasas.
Los últimos avances sin duda harán que la presidente de la Fed, Janet Yellen, una banquera central cautelosa y con aversión al riesgo, muy reacia a elevar las tasas de interés, lo que amplificaría la volatilidad del mercado y la presión al alza sobre el dólar.
“El voto del Reino Unido para salir de la Unión Europea podría tener consecuencias económicas importantes”, dijo Yellen al Congreso esta semana. Un ‘brexit’ marcaría “el comienzo de un período de incertidumbre” y alimentaría la volatilidad los mercados mundiales, advirtió. “Eso afectaría negativamente a las condiciones financieras y la economía de EE.UU”.
Si quedara claro que la economía EE.UU. pudiera verse afectada de forma duradera y negativa por la decisión británica, y la Fed proyectara un crecimiento modesto y las perspectivas de un aumento de la disminuyeran, es posible que la Fed recorte las tasas de interés para acercarlas a cero.
Sin embargo, es probable que Yellen llegue lentamente a una decisión mientras el primer instinto de la Fed será posiblemente una postura de demora y espera vigilante.
Si los mercados se asientan y el alza del dólar se aplaca, el impacto del voto británico podría ser modesto.
A la luz de los resultados de la consulta, analistas de Bank of America revisaron sólo ligeramente su estimación de crecimiento del producto de EE.UU., para restarle 0,2 puntos porcentuales durante los próximos 18 meses. Según esos analistas, la economía estadounidense crecería a un ritmo de 1,8% el próximo año, en comparación con el 2% que se proyectaba antes de la votación.
Los operadores en contratos de futuros de fondos federales de la Bolsa Mercantil de Chicago daban probabilidad cero a un aumento de tasas por parte de la Fed, ya sea en julio o septiembre, y un 2% de probabilidad de que el banco central ajuste un cuarto de punto porcentual en cualquiera de esas dos reuniones. Los corredores asignaban un 19% de probabilidad a que la Fed cambie las tasas hasta un cuarto de punto a fin de año y un 79% a la probabilidad de que las tasas se mantengan sin cambios hasta final de año.
La Fed aumentó su tasa de fondos federales en diciembre de casi cero a entre 0,25% y 0,5%.
Mientras tanto, el banco central ha establecido líneas de swap en dólares con cinco bancos centrales —el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón, el Banco Nacional Suizo y el Banco de Canadá— a través de las cuales ha puesto fondos a disposición de esas instituciones financieras en el caso en que el resultado del voto girará hacia una crisis.
Estas líneas de crédito fueron utilizados en forma intensa durante la crisis financiera, para superar los US$ 500.000 millones en su punto máximo. Aquellos bancos centrales no han utilizado demasiado esos fondos en años recientes, pero están disponibles y podrían recurrir a ellos si estuvieran desesperados por dólares.
“La Reserva Federal está preparada para proveer liquidez en dólares a través de las líneas existentes de swaps con los bancos centrales, en la medida en que resulte necesario, para atender las presiones en los mercados globales de financiamiento, lo que podría tener implicaciones adversas para la economía de EE.UU.”, dijo el banco central el viernes a través de un comunicado.
Fuente: wsj.com