Las dos mujeres más poderosas de Europa desplegaron este miércoles en Berlín una estampa de conciliación ante la negociación de un Brexit que, según avanzó la primera ministra británica, no se activará este año. La ambigüedad del plazo estimado por Theresa May supo a poco a la canciller germana, quien afrontó una delicada maniobra de equilibrismo entre la exigencia de «un cierto calendario» por parte de Reino Unido y su disposición a otorgar al nuevo Gobierno el margen para «decidir la respuesta adecuada» en materia de comercio e inmigración.
Merkel tenía una papeleta complicada. Como aliada principal en las aspiraciones reformistas de David Cameron, ha brindado una cálida acogida a una May que apostó por Alemania para su estreno e internacional, transcurrida tan sólo una semana de su entrada en Downing Street. Pese a sus demandas de que Reino Unido «defina sus principios» en relación a la activación formal del divorcio, concedió que es «absolutamente necesario» que Londres cuente con «tiempo para prepararse».
Alemania, clave
La influencia de la mandataria teutona será fundamental para la flexibilidad que May espera recabar de sus todavía socios, pero Merkel tiene dos importantes condicionantes: la amenaza que la dilación británica supone para un proyecto comunitario que Berlín quiere proteger y, a escala doméstica, la necesidad de mostrar una línea dura ante las elecciones en las que el año que viene se juega su reelección.
El ejercicio de malabarismo ha funcionado, al menos, de momento. Si bien no analizaron formalmente los términos de un Brexit que no se podrá negociar hasta que Londres pulse el botón de salida, ambas dirigentes expresaron el compromiso de proteger un «espíritu de unidad y amistad» ante un proceso del que ayer quedó claro que los principales puntos de fricción afectarán a la combinación del control de la inmigración, una cuestión anatema para Merkel, con la continuidad del acceso británico al mercado común.
En previsión del bloqueo, la canciller tiró de diplomacia -«no podemos encontrar una solución a una pregunta que no se ha formulado todavía», declaró-, si bien quiso dejar clara la esencia de su mensaje principal: «Queremos evitar la inseguridad». La primera ministra, mientras, evidenció que su prioridad es una «salida responsable y ordenada» y advirtió de que no tenía prisa por activarla, aunque «esto no le vaya a gustar a todos».
La sintonía con Merkel, con quien ha sido comparada, es un triunfo para May, quien hoy tendrá en París a un interlocutor más duro en Francois Hollande, quien quiere que Reino Unido pague por su decisión de romper, sobre todo para neutralizar el auge de Marine Le Pen, quien pide ya un plebiscito similar en Francia.
Fuente: eleconomista.es