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Al igual que ocurrió con la crisis financiera de 2008 y el colapso de Lehman Brothers, la pandemia del Covid-19 ha desencadenado un aumento gradual en la cantidad de deuda en el sistema financiero. La necesidad de reemplazar los ingresos perdidos induce a un mayor apalancamiento tanto por parte del sector público como el privado, donde se incluyen los hogares y las empresas no financieras.

Según señala el analista de JPMorgan, Nikolaos Panigirtzoglou, en un informe distribuido entre sus clientes, este año se sumarán un total de 16 billones de dólares en deuda adicional si se incluye la generada tanto por el sector privado como el público. Asumiendo que el PIB se contraerá en un 5% este año, la relación entre la deuda total y el PIB mundial ascenderá en alrededor de 35 puntos porcentuales hasta el 278% del PIB a fines de 2020.

«Este aumento en el endeudamiento global es aún mayor que el aumento del 20% del PIB observado en el año posterior a la crisis de Lehman», indica Panigirtzoglou, quien considera que esto tendrá distintas implicaciones.

La primera es que el sector privado probablemente estará más inclinado a ahorrar en el futuro. Una tasa de ahorro persistentemente elevada puede lastrar tanto al crecimiento económico como a la inflación y dificultaría aún más la disminución de los niveles de deuda frente a los ingresos en el futuro.

Esto a su vez implica una mayor liquidez. Más crédito y más estímulos monetarios en forma de compras de activos (el conocido como Quantitative Easing o QE, por sus siglas en inglés), garantizan una mayor oferta de dinero adicional y saldos de efectivo, lo que a su vez, según explica el analista de JPMorgan, beneficiará a la renta variable.

«Dado que la creación de deuda y el QE continuarán siendo más fuertes de lo normal hasta 2021, creemos que la creación total de dinero o liquidez podría superar los 15 billones de dólares a nivel mundial a mediados del próximo año», asegura.

Como resultado de esta creación de liquidez, JPMorgan estima que las tenencias de efectivo en las carteras de los inversores mundiales, que aumentó considerablemente en marzo, se mantienen muy por encima de los niveles previos a la pandemia a pesar del repunte experimentado por las bolsas de todo el mundo.

Este nivel elevado de efectivo en manos de los inversores respaldaría, según Panigirtzoglou, un próximo impulso tanto para el mercado de renta fija como el de acciones. Aún así, dada la baja rentabilidad de los bonos en este momento, «creemos que la mayor parte de esta liquidez eventualmente se destinará a la renta variable a medida que la necesidad de ahorros preventivos disminuye con el tiempo», añade el analista de JPMorgan.

Por otro lado, los bancos centrales se verán obligados a mantener políticas muy acomodaticias y las tasas de interés bajas continuarán durante mucho tiempo para que así tanto el sector público como el privado puedan mantener niveles de deuda mucho más altos. En sus últimas proyecciones económicas, la Reserva Federal ya telegrafió que no se plantea volver a subir los tipos por lo menos hasta 2023.

Fuente: eleconomista.es