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Estados Unidos vio como las ventas minoristas registraron en abril un desplome del 16,4% hasta los 403.900 millones de dólares, mucho más de lo que barajaba el consenso del mercado, que proyectó una caída del 12,3%.

La debacle del mes pasado sucede a la de marzo, cuando las ventas minoristas cayeron un 8,3%, hasta los 483.500 millones de dólares, por entonces la mayor caída mensual desde 1992, cuando comenzó a registrarse este dato. Una situación derivada de las medidas de confinamiento que han pesado sobre los estadounidenses y que llevaron al PIB a contraerse un 4,8% en el primer trimestre del año.

Durante el mes de abril, las tiendas de muebles también sufrieron un importante golpe con una caída del 66.5% en sus ventas, al igual que la electrónica y los electrodomésticos (-64.8%) o artículos deportivos (-48.9%), restaurantes y bares (-48.7%). El único punto positivo fueron las tiendas de comestibles, cuyas ventas aumentaron un 13,2% impulsando las ventas generales de alimentos y bebidas un 12%. Por su parte, la limitada circulación de automóviles provocó que las ventas en las gasolineras cayeran un 42.8%, mientras que las ventas de vehículos de motor y los distribuidores de autopartes experimentaron una disminución del 32,9%.

El consumo supone más de dos tercios de la economía del país, que solo en abril destruyó 20,5 millones de empleos llevando la tasa de paro hasta el 14,7%, niveles no vistos desde la Gran Depresión de los años 30. En las últimas siete semanas se estima que más de 36 millones de estadounidenses han solicitado subsidios por desempleo.

Alrededor del 68% de la economía estadounindense, cuyo tamaño asciende hasta los 21,5 billones de dólares aproximadamente, proviene de los gastos de consumo personal, que cayeron un 7,6% en el primer trimestre justo cuando las medidas de distanciamiento social destinadas a contener el coronavirus comenzaron a surtir efecto.

Fuente: eleconomista.es