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  • Entrarán tres nuevos miembros, dos de ellos con un perfil más moderado
  • Trump designará 2 nuevos asientos, influyendo en las decisiones monetarias
  • Nomura: «Habrá ciertos roces en los primeros meses» en el seno de la Fed

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Con los últimos coletazos de 2016 dejando un buen sabor de boca, con una economía que crece un 2,5% en el trimestre en curso, una tasa de paro que flirtea con el pleno empleo y una inflación que repunta, la Reserva Federal pasa página y esboza ya sus planes para el próximo año. Un nuevo capítulo cuyo comienzo estará marcado por los cambios, tanto en el seno de Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) el órgano que dicta el rumbo de la política monetaria, como en la Casa Blanca, donde el presidente electo, Donald Trump, comenzará oficialmente su periplo el próximo 20 de enero.

Modificaciones, algunas de ellas rutinarias, que pueden alterar las previsiones en mente de la Fed que recordemos proyectó hasta tres subidas de tipos en 2017. De momento, el cambio de guardia de los presidentes regionales con derecho a voto, «se muestra más interesante de lo habitual», asegura Sean Callow, analista de Westpac. Al fin y al cabo, de los cuatro miembros que toman el testigo de Esther George, presidenta de la Fed de Kansas City, Loretta Mester, su homóloga en la Fed de Cleveland, James Bullard, el capitán de la Fed de San Luis y Eric Rosengreen, el máximo funcionario de la Fed de Boston, tres votarán por primera vez y brindarán un aire fresco al FOMC, ya que su experiencia en el banco central es limitada con un bagaje más extenso en sectores como el financiero, la ingeniería o la educación.

Los novicios llegan abanderados por los presidentes de la Fed de Filadelfia, Patrick Harker, el de Minneapolis, Neel Kashkari y el de Dallas, Robert Kaplan. Sólo Charles Evans, quien regenta el banco central de Chicago, será un veterano dentro de la nueva remesa en el corazón del FOMC y una reconocida paloma, como se conoce a los funcionarios que favorecen políticas monetarias acomodaticias. Sin embargo, Harker, doctorado en ingeniería civil y quien ocupó su cargo en julio de 2015 tras presidir la Universidad de Delaware, ya ha dejado caer que no tiene miedo alguno de romper con el consenso de sus compañeros y no ha se ha mordido la lengua al hablar de temas como la inmigración y el libre comercio, asuntos poco discutidos por los funcionarios de la Fed.

Por su parte, Kashkari no sólo es un ingeniero aeroespacial que tuvo aspiraciones políticas al postularse como gobernador de California, sino que fue un elemento crucial dentro del Departamento del Tesoro durante la crisis financiera. Con sólo un año al frente de la Fed de Minneapolis, su posición se ha mantenido neutra, apoyando una política acomodaticia siempre y cuando la inflación no supere el objetivo del 2%. En el caso de Kaplan, quien tomó las riendas de la Fed de Dallas en septiembre de 2015, su militancia durante 23 años en Goldman Sachs y su posterior papel como profesor y decano de la Harvard Business School, le brindan un tono agnóstico que puede beneficiar al consenso.

El equilibrio promete ser más evidente tras la salida del FOMC de George, quizás el miembro que más ha presionado por subir tipos durante el último año, votando en contra del consenso en cinco de las siete reuniones. Rosengreen y Mester también respaldaron a la presidenta de la Fed de Kansas en algunos encuentros, oficializando su papel de halcones, especialmente en la segunda mitad del año.

El FOMC cuenta con un total de doce miembros con derecho de voto, siete de los cuales son miembros del consejo de gobierno del banco central estadounidense y que, actualmente, cuenta con dos puestos vacantes. El presidente de la Fed de Nueva York cuenta con una votación fija y los cuatro puestos restantes se turnan anualmente entre los 11 presidentes regionales de la Fed. Trump tendrá capacidad para suplir los dos puestos vacíos una vez tome posesión de su cargo con aprobación del Senado, lo que le permitirá influenciar las decisiones monetarias durante el próximo año. Adicionalmente, se espera que el gobernador Daniel Tarullo abandone su cargo cuando la nueva administración tome las riendas.

«Esperamos que haya un mayor roce entre los miembros económicos de la administración Trump y la Fed», avisa Richard Koo, economista jefe del Nomura Research Insitute, quien recuerda que muchos de los elegidos del presidente electo llegan del lado empresarial, con una visión microeconómica, por lo que les será difícil adoptar una visión macroeconómica de forma inmediata. «El mejor escenario para Trump es seguir los consejos de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, en lo que a economía se refiere», explica Koo justificando que el banco central es el que mejor entiende la situación del sector privado.

Por: JOSE LUIS DE HARO

Fuente: eleconomista.es